domingo, 20 de abril de 2014

Tres y veinte

Tres y veinte, madrugada fría y serena. Las ratas gimen a lo lejos, huyendo despavoridas de gatos salvajes, famélicos. Con las piernas desnudas, pasando frío en los dedos de los pies, pienso que lo mejor es abrazarme al vacío de mi soledad. Temo que mañana será un día más, gris y monótono como sus predecesores. El mismo aire enviciado, las mismas expresiones lastimeras, el olor vulgar del sudor, la colonia barata y el café rancio mezclado con tabaco.
Mañana sera otro día igual que hoy.

Hoy

Hoy me da por pensar. Pienso en todo lo que tengo, lo que he ganado y lo que he perdido. Lo que he dejado atrás porque quedaba mejor guardado en el desván de mi memoria, que en mis veinte no poca.
Pensar pienso en lo que he vivido, y las oportunidades que he perdido porque he querido, o porque no las he querido ver. Igualmente si no las he visto es que a lo mejor no eran para mí. 
Divagando me he pasado media vida, tratando de comprender a los demás, sin darme cuenta de que para entenderlos a ellos tenía que empezar por mí mísma. Tal vez por ello las cosas no me han ido demasiado bien. No, para bien o mal, esto no es un blog de auto-superación, hay multitud de life-coaches deseando deciros qué y como lo tenéis que hacer por sumas indecentes de dinero.
Triste es, que viviendo una sola y corta vida tengamos que dejarnos llevar por las masas y opiniones colectivas, en vez de lo que realmente deseamos. 
Triste es que sintamos que no merecemos ser felices solo porque la felicidad hoy en día produce desconfianza, y la escondamos como quien esconde hachís en el doble fondo del cajón de la mesita de noche.
Esto que aquí lees es un pedazo de mí. Algo que guardo por si alguna vez se me olvida ser quien soy, para que estas letras que aquí escribo choquen en mi conciencia con un:"¡Eh, espabila, que te quedas atrás!"
Quien dijo que la vida eran dos días estaba casi en lo cierto. La verdad es que desde que aparecí en la veintena con paso torpe y con la intención de quedarme en el umbral de los diecinueve, la vida ha pasado cada vez más rápido, y siento miedo de no hacer las cosas tal y como quiero hacerlas yo; sé que si no es así en un futuro lo lamente. Tal vez no sufra, queda la posibilidad de sufrir alzheimer y espantarme cada mañana de mi yo del espejo.
Hoy me da por pensar. pensar en lo que he hecho y lo que me quedo por hacer.
Como ves, y como admito en muy contadas ocasiones, me encanta divagar.